jueves, 7 de abril de 2011

MUFFINS DE CHOCOLATE


Ingredientes: 230gr de harina 50gr de cacao sin azúcar 2 yogures griegos 150gr de azúcar 80gr de aceite de girasol 2 huevos 1 sobre de levadura 4 cucharadas de leche 100gr de chocolate en perlitas Preparación: Precalentamos el horno a 180º Mezclamos la harina, la levadura, el azúcar y el cacao en el vaso, 10 segundos, vel 6. Reservamos en un cuenco aparte. Sin limpiar el vaso, echamos los huevos, la leche,los yogures y el aceite. Removemos a velocidad 3 1/2, durante un minuto. Incorporaramos la mezcla de ingredientes secos que teniamos reservados. Mezclamos al 3 durante 1 minuto. Añadimos las gotitas de chocolate y terminamos de envolver con la espátula, las gotitas con la masa. Ponemos moldes de papel para magdalenas dentro de flaneras duras, bien de metal o de esas tipo Albal, usar y tirar. Los rellanamos casi hasta arriba, ayudándonos de una cuchara, pues la masa es espesita. Así nos saldrán con más copete, sin que los papelillos pierdan su fuerza y se expandan. Decoramos con más gotitas de chocolate por encima y los horneamos durante unos 25 minutos. (según hornos)

EL LEGADO


Erica y Beth Calcott son hermanas, pero no es mucho lo que comparten, y parece imposible e que cumplan las últimas voluntades de la abuela, que les ha dejado en herencia una gran casa en la campiña inglesa con la condición de que las dos vivan juntas. Sin saber bien qué hacer, Erica y Beth deciden pasar unas vacaciones de Navidad en la mansión… Es ahí, en ese caserón lleno de altillos y sótanos, donde las hermanas empiezan a recordar todo lo que paso hace años cuando ambas eran niñas y se va revelando una historia misteriosa que empezó hace casi cien años, cuando una mujer desesperada dejó las praderas americanas para volver a Inglaterra, llevando consigo algo más que unas maletas. Erica quiere saber, Beth quiere olvidar, y el aire se llena de imágenes lejanas… cabalgando entre el hoy y el ayer, El legado nos lleva a revisar ciertos recuerdos como si fueran juguetes antiguos y a entender que a veces la verdad pura y dura puede devolvernos el placer de vivir.